HISTORIA
Hablar de la Casa de Cultura de Jocotitlán es hablar de un lugar que ha acompañado a la comunidad durante generaciones. Este espacio no solo ha albergado talleres y exposiciones, sino también historias personales, tradiciones y formas de convivencia que siguen vivas hasta hoy.
Antes de convertirse en un espacio cultural, el edificio que hoy alberga la Casa de Cultura tuvo una vida previa que forma parte de la historia del municipio.
Poco después de ser derrotados, el área fue entregada a los soldados supervivientes de la conquista, quienes rápidamente comenzaron a aprovechar los recursos naturales. Entre ellos, llegó a Jocotitlán un hombre, Francisco de Villegas, quien recibió muchos beneficios. El 25 de agosto de 1524, fue designado responsable de Uruapan en el Estado de Michoacán, donde, según diversas fuentes, sometía, explotaba y maltrataba a los indígenas que estaban bajo su cuidado. Villegas tuvo conflictos serios con Don Vasco de Quiroga, quien entre 1533 y 1537 actuó como visitador por orden del Rey, luego se convirtió en el primer obispo de la Diócesis de Michoacán, y también fue defensor de las comunidades indígenas purépechas, que lo apodaron cariñosamente “Tata Vasco”, hasta su fallecimiento el 14 de marzo de 1565 en Uruapan.
El 8 de noviembre de 1535, Francisco de Villegas recibió “un lugar de estancia para ganado menor a las afueras del pueblo en un sitio denominado Jocatlaquezayoloca”. Se le autorizó la posesión de la estancia Xocotitlán-Atlacomulco el 8 de noviembre de 1535 por un decreto real, que fue emitido en Toledo el 19 de diciembre de 1536 y ratificado en Toledo el 19 de abril de 1537, donde también se le concedía la cesión de derechos en el mismo lugar.
En 1540, se le otorgó la tercera encomienda, esta vez en Temascalcingo, Estado de México. A diferencia de lo que sucedió en Uruapan, Villegas adoptó en estos sitios una postura más compasiva, permitiendo a los evangelizadores llevar a cabo su misión de integrar a los indígenas a la fe católica. Aunque se les dejaba participar en actividades de construcción, conventos y otras labores, continuaron los abusos y la explotación, aunque en menor grado, ya que los españoles buscaban acumular riqueza y Don Francisco de Villegas no tenía objetivos muy distintos a los de los demás. Sin embargo, es cierto que fue menos duro que en Uruapan, posiblemente gracias a la influencia de Vasco de Quiroga, quien solicitó un trato más justo para los indígenas atribuidos de Xocotitlán y Atlacomulco.